Con el medio ambiente no se juega

Hace unos días hemos sabido que, lejos de echarse atrás, el Ministerio de Industria mantiene y ratifica su apuesta por el fracking en España. El fracking es un método alternativo a la extracción de gas que consiste en perforar el subsuelo inyectando fluidos de alta presión. Esto, permite que aparezcan vías subterráneas que a su vez liberan gas y petróleo cautivo en las piedras.

Existen numerosas voces que advierten de las peligrosas consecuencias y medioambientales del fracking. No obstante, el gobierno da el visto bueno a Petroleum Oil&Gas ha iniciado los trámites para hacer un sondeo de investigación en Cantabria. Es cierto que en Estados Unidos el fracking o la extracción hidráulica es un método de extracción consolidado pero en el continente europeo las dinámicas han sido diferentes.

A lo largo de los años, se ha preferido tener especial protección por el medio ambiente y se ha tendido a obstaculizar y limitar el uso del fracking en Europa. El fracking, en mi opinión, debería estar terminantemente prohibido ya que el peligro medioambiental de contaminación de subsuelo es muy elevado. Además, la inyección de líquidos en el suelo puede producir seísmos y movimientos bruscos de tierra. Y no solo eso sino que también cuando se lleva a cabo la extracción por esquisto se deshecha una ingente cantidad de agua. Las consecuencias son muy serias, por lo que no deberíamos replantear su uso aunque el fracking posea grandes bondades económicas.

Los agentes económicos han tendido a adoptar una postura proclive a este método de extracción alegando que es una alternativa al petróleo y que su implementación puede fomentar la ocupación y puede ayudar a recaudar más impuestos. Sin embargo, el debate de fondo es muy serio: ciudadanos y gobiernos debemos elegir si queremos continuar extrayendo sin cesar combustibles fósiles o si por el contrario, dejamos la actitud extractivista de lado y empezamos a replantearnos un sistema más sostenible para y con la tierra.