COP21: Compromisos insuficientes para un problema global
- Raquel Royo
- 26 abr 2016
- 3 Min. de lectura

Una niña sujeta una pancarta en la manifestación contra el cambio climático:"No hay un planeta B". Foto: lavanguardia.com
El Acuerdo de París intentará resolver una de las mayores amenazas actuales para la humanidad: el cambio climático. El 12 de diciembre de 2015, Laurent Fabius, Ministro de Exteriores francés, dio por aprobado el pacto, en la 21ª Cumbre del Clima (COP21), en el que por primera vez, 196 países de del mundo se comprometieron, a partir del 2020 y con vistas a 2100, a “mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales y a perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados”.
Fue el 22 de abril cuando 175 Estados ratificaron finalmente el Acuerdo en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, coincidiendo con el Día Mundial de la Tierra. Sin embargo, hubo ausencias significativas que podrían dificultar la lucha frontal contra el cambio climático. Entre ellas Arabia Saudí, país que alberga la cuarta parte de las reservas de petróleo.
El acuerdo de la COP21, podría calificarse como exitoso, en parte, teniendo en cuenta la dificultad de satisfacer los intereses de cada Estado en cuanto a la lucha global contra el cambio climático, ya que se trata de un acuerdo de carácter universal que por primera vez incluye tanto a los países más pobres que son más vulnerables a los efectos del cambio climático, como a los países en vías de desarrollo y desarrollados. La implicación de EEUU o China ha sido fundamental porque que son los causantes de más del 45% de las emisiones actuales de CO2 de todo el planeta.
FUTURO NUBLADO
Sin embargo, el acuerdo traza una senda muy incierta teniendo en cuenta que se confía a la voluntad de cada país firmante a actuar marcándose sus propios objetivos y, como dice el acuerdo, “según sus capacidades”, en lugar de introducir herramientas inmediatas. De este modo, cada Estado adoptará las medidas que crea convenientes para contribuir a que la temperatura no siga aumentando y tendrá que dar cuenta de sus avances quinquenalmente, siendo la primera revisión oficial en el año 2025. Una fecha insuficiente dada la urgencia de la situación. El límite fijado es, como máximo de 2 grados y, ya en 2015, según la Organización Meteorológica Mundial, la temperatura media del planeta ha sido de casi 1 grado más con respecto a niveles preindustriales. Es decir, casi la mitad del objetivo marcado para todo el siglo.
Además, dicho acuerdo no fija mecanismos punitivos a los países que no cumplan con los objetivos, como si lo hacia el Protocolo de Kioto de 1997 para la reducción de gases de efecto invernadero (GEI). Tampoco habla de descarbonización – hecho que beneficia a países petroleros como Arabia Saudí –, sino de “alcanzar el equilibrio entre emisiones de CO2 y absorciones”, cuando la quema combustibles fósiles supone unas 36.000 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono emitidas al año.
El acuerdo de la COP21 exige explícitamente a todos los países firmantes “un mayor esfuerzo de reducción de las emisiones mucho mayor que lo que estaba previsto a nivel nacional”. Por ejemplo, Estados Unidos, el país más contaminante del mundo, pretende reducir sus emisiones de GEI entre un 26% y 28%, mientras que Europa se compromete a reducir sus emisiones hasta un 40%, ambos para 2030. Y, aunque la UE ha ido cumpliendo sus compromisos ambientales, las políticas energéticas son muy desiguales en los países integrantes. Según Eurostat, mientras que Alemania ha reducido sus emisiones un 23%, España ha incrementado su niveles de emisión en un 15%, desde el año 2008.
El Presidente de la COP21 señaló que las contribuciones que contemplan muchos países no son compatibles con el objetivo final: que la temperatura del planeta no siga aumentando. Las proyecciones del Panel Intergubernamental de Expertos contra el Cambio Climático indican que si no se toman medidas mucho más ambiciosas, la temperatura media ascenderá a 3,7 y 4,8 grados de aquí a final de siglo. En este sentido, cada Estado deberá realizar un esfuerzo mayor y concretar los compromisos nacionales para luchar contra el cambio climático. Si estas acciones no se llevan a cabo de manera urgente y efectiva, dicho acuerdo podría pasar de ser calificado como histórico a catastrófico.
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