La derogación de la reforma laboral y el aumento salarial, principales reivindicaciones del Primero
- Clara Tor Hidalgo
- 1 may 2016
- 2 Min. de lectura

El principal eje reivindicativo del Día Internacional del Trabajo del presente año es luchar contra la pobreza salarial y social. Los sindicatos catalanes han convocado manifestaciones en Barcelona, Tarragona, Lérida, Gerona y Tortosa. Domingo de sol y calor que acompaña un ambiente festivo y reivindicativo en la ciudad condal. Miles de personas -50.000 según los organizadores y 9.000 según la Guardia Urbana-, se aglomeran en el cruce en la Ronda Sant Pere y las calles aledañas.
Las proclamas de la manifestación y los alegatos posteriores guardan especial relación con el origen histórico de la celebración. El primero de mayo empezó a celebrarse en año 1889. Fue en un Congreso de la Segunda Internacional Socialista celebrada en París cuando se decidió que anualmente se celebraría una jornada dedicada única y exclusivamente a la reivindicación de los derechos laborales y del trabajador.
Más de 130 años después, las protestas se suceden en Francia. Y la lucha internacionalista sigue siendo uno de los pilares fundamentales del argumentario de la clase obrera. Sin embargo, el escenario actualmente es harto diferente. Aquí, en Barcelona las proclamas individuales confluyen en una sola voz colectiva: la de miles de trabajadores que piden más y mejores derechos. Y no solo eso sino que también exigen de inmediato un salario mínimo interprofesional de mil euros mensuales, la derogación de la reforma laboral y la recuperación de los derechos laborales que se han perdido a raíz de la crisis económica.
Las principales consignas de la manifestación se han centrado en la denuncia de la precariedad laboral. Para ello, sindicatos reclaman el aumento del salario mínimo interprofesional hasta mil euros, una cifra, que como se ha dicho en el posterior alegado de la Avenida Catedral, “lo marca la Carta Social Europea”. Además, Camil Ros, líder sindical de la UGT en Cataluña han anunciado que si no se paraliza la reforma laboral actual organizarán una huelga general para finales de año.
Aunque el intenso carácter de las reivindicaciones parece desafiar a los gobiernos y a las administraciones públicas, lo cierto es que desde hace unos años los sindicatos y la lucha de la clase trabajadora parece haber ido quedando en un segundo plano. El carácter coercitivo de este actor social pues, está en decadencia. Llama la atención que esto suceda en un momento en que los derechos sociales se encuentran en claro retroceso. Precariedad laboral, sueldos por debajo del salario mínimo interprofesional, paro por encima del 20%...Y sin embargo, la capacidad de convocatoria disminuye año tras año.
Quizás alguien se esté preguntando qué sentido tiene la celebración del Día del trabajador. La capacidad de convocatoria y las bases sociales disminuyen, los sindicatos parecen perder capacidad de influencia...Pero, precisamente, el contexto de crisis económica, recortes de derechos laborales y fundamentales y precariedad laboral en el que nos encontramos, demanda de la existencia vital de días como el del trabajador. Si se quiere que días como el de hoy continúen teniendo sentido, se deberá procurar que las reivindicaciones se conviertan en conquistas legislativas y triunfos de derechos perdidos.
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