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Klein: "la economía neoliberal usa la violencia para implementar reformas"

  • Clara Tor Hidalgo
  • 16 may 2016
  • 5 Min. de lectura

Naomi Klein

La doctrina del shock es, sin duda, una historia que nunca hemos escuchado sobre la implementación masiva del libre mercado. Naomi Klein, la autora de este célebre libro, identifica que las dinámicas neoliberales que reinan actualmente la economía responden a unos intereses socioeconómicos basados en el capitalismo del desastre. La élite política y económica cree que el método infalible para aplicar sus recetas económicas milagrosas consiste en aplicar un shock, erradicando a través de la violencia toda fuerza opositora que se manifieste en contra de estas políticas.


El electroshock usado como arma de doble filo


De hecho, en los primeros capítulos del libro la autora explica que en Norteamérica se empezaron a usar electrodos a enfermos mentales con la intención de eliminar completamente a la persona, reprogramándola a través de la vía conductual. Este método, con posterioridad, ha sido usado en múltiples prisiones como la de Guantánamo. Salvando las distancias entre los métodos de tortura extremos empleados en psiquiátricos estadounidenses y las recetas económicas que se aplican en países que necesitan una reforma, la autora tratará de demostrar en 500 páginas que sí se pueden trazar paralelismos entre ambas prácticas. En última instancia, las prescripciones económicas que van acompañadas de un shock han pretendido desde el inicio de los años setenta que el individuo se comporte de manera racional y se someta a las fuerzas del orden. La reforma, de este modo, según los economistas neo-liberales se aplicará con celeridad y causará el efecto deseado: abrir las puertas al libre mercado.


Chile, el primer país en recibir un shock


El primer lugar en que se aplicó esta trampa fue Chil, país en el cual Pinochet fue ayudado por economistas norteamericanos encabezados por Friedman para llevar a cabo un golpe de estado o cómo, Klein denomina, un shock. En el país sudamericano Friedman desembarcó con un objetivo concreto: instaurar una economía de mercado a golpe de fusil. Y así fue, durante la dictadura chilena se necesitó la creación de un estado policial represor y la muerte de miles de personas para aplicar el que él consideraba como el estado económico ideal.


Klein, establecerá una relación directa entre las ideas de la Doctrina del Shock y el Neoliberalismo. Asimismo, resulta evidente que los gobiernos que han promulgado en los últimos años las reformas de libre mercado se han vinculado al conservadurismo. No obstante, a modo de crítica, los gobiernos conservadores no han sido los únicos que se han empoderado de estos métodos para usarlos a su libre albedrío. Por ejemplo, Lenin, el líder de la revolución bolchevique promulgaba que cuando se produce una crisis, se ofrece el momento idóneo para que la sociedad progrese. Es cierto que las ideas de izquierdas y de derechas están harto alejadas, pero existen ciertas similitudes que han sido aplicadas por cada ideología a su propia voluntad que encuentran puntos de confluencia. Por ejemplo, la idea que el desastre o la crisis hace avanzar a la sociedad fue considerada por la Escuela de Chicago en los años 1950 como el elemento esencial por el que debían regirse sus teorías económicas.


Capitalismo y democracia, verdaderamente compatibles?


Por otra parte, en los últimos años, muchos han sido los altos mandatarios que han dicho que el capitalismo de libre mercado se encuentra estrechamente ligado con la democracia. Klein, por su parte, argumentará que esto es rotundamente falso, ya que el estado más puro del capitalismo ulteriormente solo se puede aplicar con la violencia. Sin este shock, bastante parecido al que el campo de la psiquiatría usó durante la década de los cincuenta, no puede funcionar con adecuadamente esta teoría económica.


Por añadidura, pese a que la doctrina del shock inicialmente se aplicó en países que vivían dictaduras como Argentina o Chile, en la actualidad los economistas de la escuela de Chicago han pasado al siguiente estadio. Es decir, aunque no exista una crisis, si la cifra macroeconómica resulta desfavorable, se opta por crear también shock. Esto acarrea la producción de un escenario comunicativo de catástrofe e incertidumbre agravada intencionadamente para aplicar recortes en las prestaciones sociales de manera injustificada. Dado que los recortes no son bien recibidos por los ciudadanos, se opta por usar el golpe de porra, - y no precisamente metafórico-, para menguar las movilizaciones de la población.


El patrón más notable del funcionamiento de la doctrina del shock es el del aterrizaje en el país de tecnócratas pertenecientes al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial que imponen recortes drásticos y austeridad para estabilizar la economía del país. El conglomerado comercial, industrial y gubernamental crea un estado de alarma permanente, busca un enemigo común y así justifica la actuación policial desatada hacia los ciudadanos. Mientras tanto, la población civil vive en condiciones de semi pobreza, la clase media desaparece casi en su totalidad y en consecuencia, la brecha social se ensancha, beneficiando a ricos y castigando a pobres.


Los orígenes de la economía de libre mercado


La literatura económica sobre las consecuencias del libre es muy extensa y, a pesar de ser una de las escritoras más conocidas actualmente, Klein no ha sido la primera. Varios escritores han argumentado el porqué de las privatizaciones masivas y el librecambismo solo benefician al establishment político y económico y empobrecen la población. En lo que sí la autora parece ser la primera es en explicar los orígenes teóricos de la economía de mercado, los países en los que se aplicó inicialmente y qué consecuencias tuvieron las recetas económicas en la sociedad. Por último establece parecidos entre las políticas que se aplican en diferentes países de todo el mundo. Y este engranaje teórico, lo desarrollará de manera impecable.


El neoliberalismo, para la autora canadiense, es una doctrina fundamentalista que de ninguna forma poco existir con otro sistema de creencias. Ni siquiera una mínima intervención del estado en política económica puede ser admitida, porque para los descendientes de las teorías de Adam Smith y los principales de la Escuela de Chicago, "el mercado se regula solo". Por lo tanto, la mínima intervención del estado en materia económica se percibe como una amenaza que tiene que ser borrada.


Objeciones a rebatir


Sin embargo, el libro también plantea algunas objeciones a rebatir que deberían ser consideradas

En primer lugar, partiendo de la base que los Chicago Boys, es decir, los economistas de la escuela de Chicago, fueron los impulsores de las políticas neoliberales durante los años setenta y ochenta:, no se puede olvidar el contexto histórico en el que nos encontrábamos. Los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas usaban todos sus recursos para evitar la expansión del comunismo y viceversa en los países de la periferia. Así que otorgar a la Escuela de Chicago toda la responsabilidad de la implantación de las políticas neoliberales resulta ser un argumento falso. Por otra parte, la autora canadiense, peca del uso –a veces- excesivo de vocabulario emotivo, elemento que puede rebajar la credibilidad en sus argumentos.


La doctrina de shock nos ofrece a los lectores una descripción muy detallada de porqué hemos llegado a esta situación. En el mundo en el que vivimos hoy parece ser que expresiones como “nacionalizar” o “propiedad del estado” son relacionadas con peligrosos regímenes comunistas que apuestan por la dictadura del proletariado. Esto no es para nada casual ya que a fuerza de estacazo se ha ido engendrando a lo largo de los últimos cincuenta años un sistema económico, político y comunicativo proclive a instaurar un sistema de libre mercado puro, destruyendo de este modo, la socialdemocracia y el Estado del Bienestar.


A modo de conclusión


El panorama es ciertamente desesperanzador. La autora advierte: todavía estamos a tiempo. Los fundamentalistas del libre mercado siempre han creído que si el mercado funcionaba bien, de manera consustancial también lo debía hacer la sociedad. Y más aún, el estado policial dejaría a la sociedad en un estado de semi-inconsciencia, sin capacidad de actuación. No obstante, este último plan no ha fructificado, al menos en el caso español ya que este mes se cumplen 5 años del movimiento de los indignados. Como advierte Klein al final de su extenso libro, las organizaciones no gubernamentales y los activistas políticos aún están a tiempo de equilibrar la balanza, pero queda mucho trabajo por delante para intentar cambiar el sistema.


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